En diciembre de 2019 en Wuhan, provincia de Hubei en China fue declarada una enfermedad respiratoria aguda causada por un virus estrechamente relacionado con el SARS-COV.
Qué para el 11 de marzo del 2020 sería ya una pandemia global afectando de manera fatídica a un 4.5% de la población. Y nos llevó a todos a un confinamiento obligatorio en casa por miedo al contagio.
La mayoría de los casos de COVID-19 ocurren en adultos y adultos mayores.
Sin embargo, toda la población es propensa a enfermarse, sobre todo quiénes tienen contacto con alguna persona sintomática o asintomática.
Que tenga el virus y que no tenga las precauciones recomendadas o que no guarde el distanciamiento.
Es ya muy conocido que los síntomas de COVID-19 más habituales son fiebre, tos seca y cansancio pero también existen otros síntomas menos comunes como:
molestias y dolor de garganta
diarrea
conjuntivitis
dolor de cabeza
pérdida del sentido del olfato o del gusto
incluso erupciones cutáneas
pérdida del color en los dedos de las manos o de los pies
Esta enfermedad afecta de distintas maneras a cada persona y la mayoría de los contagiados presentan síntomas de intensidad leve o moderada y se recuperan sin necesidad de hospitalización.
Lo cierto es que aún a pesar de que muchos de los que se han enfermado salen victoriosos de esta batalla, quedan en ellos secuelas qué se considera que probablemente sean definitivas.
Está secuelas llamadas síndrome post COVID-19 pueden ser desde:
no recuperar del todo el gusto y el olfato
presentar problemas de memoria
fatiga crónica o agotamiento muy intenso
disminución en la capacidad pulmonar o incluso fibrosis pulmonar
alopecias
problemas para respirar
alteraciones del sueño
pérdida de movilidad y pérdida de fuerza muscular en brazos y piernas
daño en el sistema nervioso
cambios en la presión arterial e incluso riesgo de trombosis sin hablar
daños psicológicos qué el haber sufrido esta enfermedad detonan como lo son la ansiedad y depresión
Mucho se habla de los cuidados que un paciente enfermo de covid debe tener, pero pocas veces se hace mención sobre el seguimiento que debe tener una persona que salió de esta enfermedad.
En muchas de las ocasiones es necesario rehabilitación pulmonar, para recuperar, mantener o mejorar las capacidades que se necesitan para la vida diaria, ya sean físicas, mentales o cognitivas.
Existen ejercicios como la respiración con los labios fruncidos qué ayuda a reducir la sensación de dificultad para respirar.
Esto se hace a través de inspiraciones lentas por la nariz, posteriormente aguantando el aire de dos a tres segundos si es que se puede y finalmente soplando lentamente por la boca formando una u con los labios.